UN DOMINGO MÁS.
Hace un tiempo que los domingos rozan mi piel casi con violencia; no creo en la teoría de que se han puesto más rudos este año. Lo cierto es que en contraposición al resto de los días de la semana, que parecieran tener 12 hs., el séptimo absorbió desmedidamente la carencia de algunos. El exceso horario, presiento, es tan parcial como el tiempo mismo.
A ciencia exacta el domingo tiene aroma a planteos existenciales. Irrumpen bocanadas de aire nostálgico: personas que ya no están, aquellos que deberían estarlo, los que están cerca asfixian, los que están lejos abandonan…
A decir verdad se perciben más aún vacíos contundente que succionan a presión, vaivenes emocionalmente insistentes, torbellinos de insatisfacciones insaciables a simple vista, una especie de infelicidad que intenta anclarse…
Hace un tiempo que los lunes me rescatan de domingos eternos. Gracias a Dios en la víspera de mi día heroico, concluyo que los que están cerca me quieren en serio y los que están lejos anhelan mi regreso…que los vacíos buscan saciarse, que mis vaivenes emocionales mantienen dinámica, la lógica de mi alma, que mis insatisfacciones son mi modo más personal anticonformista y que el concepto de infelicidad es la expresión de la búsqueda de lo auténtico.
Viste cuando escalas algún cerro?
